Alabbín
Cuenta
la historia de un muchacho pobre de un barrio pobre de una ciudad pobre en
medio del desierto, que un día sale a buscar algo de manduca y se encuentra una
lámpara de aceite. Pero, claro, no se puede comer la lámpara; así que empieza a
frotarla para ver si por lo menos puede aprovechar el aceite y hacerse unos
huevos fritos (porque en el desierto hace mucho calor y no hace falta sartén).
Entonces
sale un tipo gordo de la lámpara vestido con la camiseta del Rayo Vallecano y
le dice al chico que le concede un deseo. Y el muchacho dice que quiere ser
jugador de fútbol y ganar mucho dinero para poder tomarse todos los huevos
fritos que le dé la gana (con beicon y patatas). El genio le dice que vale,
pero con una condición: tiene que vestir la camiseta del Rayo Vallecano durante
3 temporadas y luego le dará la carta de libertad. El chico acepta y empieza a
jugar y a ganar partidos. El público, enfervorizado, empieza a cantar eso de
¡alabín, alabán, alabín bom ban! El
muchacho se cree que se lo dicen a él y se motiva aún más consiguiendo esa
temporada el triplete para el equipo de Vallecas (la Liga, la Copa y la
Champions).
La
pinícula es entretenida. Con un cubo de palomitas se te hace hasta corta.
No
se pudo terminar de rodar porque el chaval protagonista se negaba a ponerse la
camiseta del Rayo ya que él era del Real Madrid, y había que encasquetársela cuando estaba dormido, lo cual era un fastidio
porque en cuanto se despertaba se la quitaba y no había manera de grabar nada
ni de que se aprendiera el papel. En fin, un desastre.