Hombres de blanco
En una fábrica de detergentes
para la ropa, conseguir el blanco perfecto es la obsesión. La fórmula del
detergente es secreta y solo la saben unos pocos. Con ella el jefe de la fábrica
se propone dejar blancas todas las prendas del mundo sean del color que sean.
Pero no va a ser fácil, porque una empresa de la competencia se dedica a colorear
las prendas blancas (y los protagonistas, consecuentemente, a borrar el color
para volver a dejarlas blancas).
Durante la trama aparece un
joven que viste enteramente de negro, con unas gafas negras y un sombrero
también negro que, sin comerlo ni beberlo, se ve envuelto en la guerra de
colores que mantienen las dos fábricas enfrentadas. Así que se dedican a
intentar volverle blanco o de colores (según el caso). Y al final consiguen
llegar a un acuerdo de tal manera que le dejan el traje blanco y unas gafas muy
sicodélicas de color rosa.
Un film de acción que podría
haber sido entretenido si no hubiera sido porque el gasto en detergente se
disparó y tuvieron que usar, sobre todo para dar el toque blanco, el detergente
ese baratillo con el que se compara en el anuncio y deja la ropa medio gris.