Los hombres en la cocina,
calentura
continua.
La
abuela no era precisamente una feminista convencida. Más bien todo lo
contrario. Era de las que consideraban como válido e inamovible el rol que
desempeñaban los hombres y las mujeres en la sociedad que le tocó vivir: el
hombre en el trabajo fuera de casa y la mujer en el hogar haciendo sus labores.
Tal
era el convencimiento de la abuela sobre ese rol, que no soportaba que los
hombres hicieran trabajos considerados entonces “de mujeres”, como fregar,
planchar o cocinar. Por eso, cada vez que mi abuelo, o mi padre, realizaban o
intentaban realizar alguna de estas tareas, la abuela se molestaba mucho
(aunque parezca mentira, se enfadaba de veras) y les intentaba disuadir
recitándoles el pareado de marras.