jueves, 19 de noviembre de 2015

GRANDES PINÍCULAS: Buscando al Memo

       
       Buscando al Memo

       Historia de un padre y un hijo. 
       El padre es un payaso de esos que lo ves y dices: “¡Pero qué payaso!”  Y el hijo es un memo,     que no sabe hacer la “O” con un canuto. Como decía su profesora: “Un cacho carne con ojos,       que está ahí porque tiene que haber de todo en este mundo”.
       Un día se van de excursión con el colegio y el memo, a la vuelta, en vez de meterse en el autocar de su colegio, va y se mete en otro autobús que va a otro sitio sin que nadie se dé cuenta ni le echen de menos al cabo de varios días (ya le vale al padre, pero hemos dicho que  es un payaso y no hay de qué extrañarse).
       La pinícula se convierte en un va y viene en el que se pasan más de tres cuartos de hora buscándole infructuosamente, pues cuando llegan al lugar donde creen tener una pista, el tonto-el-haba se las ha pirado el día antes.


    Soporífera y exasperante. Menos mal que no llegó a exhibirse en pantalla, porque los corren a palos desde el productor al chico del botijo. Y no se exhibió porque el protagonista (el hijo) era memo de verdad y de vez en cuando, cuando se suponía que estaba perdido, asomaba la cabeza por detrás de alguno de los decorados y gritaba: “¡Cu cú, aquí estoy, no me encontráis!” y había que cortar, volver a rodar…, hasta que dimitió el cámara. 

   
   

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