Pirados
del Caribe
El capitán Jack Espárrago,
tras una vida llena de desventuras y sinsabores a través de los mares, decide
darse un descanso e irse a vivir a las Bahamas. Pero cuando cree que todo va a
ser tranquilidad, llegan a su casa todo tipo de parientes y amigotes que se han
enterado donde vive.
Unos le piden dinero, otros que les invite a comer,
algunos quieren quedarse allí a vivir con él y no faltan los que se conforman
con que los deje bañarse en su piscina o les deje fumarse uno de los habanos
que tiene reservados en una caja de cartón o beberse el whisky gran reserva que
guarda en un pequeño arcón.
En fin, una panda de gorrones que no hay quien se
los quite de encima.
Cuando ya está casi
desesperado y a punto de tirar la toalla, se acuerda de que en una de sus
aventuras aparecía un monstruo al que todos temían: ¡el famoso y terrible
KRAKEN!
Entonces busca al Kraken, le
convence y se lo lleva a su casa; lo mete en su piscina para que esté en un
ambiente húmedo y los gorrones ya no vuelven más porque les da miedo.
El problema surgió cuando los
actores de reparto se amotinaron delante de una bandeja de arroz con bogavante
y decidieron que no querían seguir trabajando; exigiendo, además, que les trajeran una docena de botellas de
Lambrusco para acompañar el marisco. Al protagonista le encerraron en un
calabozo y tuvo que intervenir la policía.
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