¿A cuánto
vendes las velas?
Contaba la abuela que conoció en su pueblo a un mozo bastante
simple que siempre llevaba los mocos colgando. Los vecinos, al encontrarse con
él, le preguntaban en plan de mofa:
- ¿A cuánto vendes las velas, muchacho?
El joven sorbía ruidosamente
su nariz y contestaba:
- Ya he recogido el puesto.
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